GREEN ROOM - Una crítica de ALBERTO CARPINTERO.

El cineasta Jeremy Saulnier nos demostró que podía contar historias turbias y violentas cuando en 2013 presentó Blue Ruin. Green Room nos confirma su condición de magnífico narrador y amante del cine, cogiendo un argumento de película de serie b, al más puro estilo John Carpenter, y convirtiéndolo en un retorcido drama, con una violencia seca y cruel. Con una atmósfera irrespirable, Saulnier nos cuenta el asedio que sufren unos músicos de una banda punk-rock cuando se quedan atrapados en un bar de neonazis psicópatas. Todo pasa por un malentendido, al estar en el peor momento, en el lugar equivocado y va a más, recordando en ciertos momentos a otro de los más grandes, Sam Peckinpah, cuando en Perros de paja (1971), puede que su mejor película, encierra a Dustin Hoffman y a Susan George en una casa y los somete al ataque de unos pueblerinos ebrios y enloquecidos, que solo necesitan una pequeña excusa para desatar los más bajos instintos. Green Room es un “perros de paja” actualizado, pero con el mismo alma y el buen sabor de los clásicos de Peckinpah.

 

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